MAMÁ, DE MAYOR QUIERO SER COMO TÚ
05/05/2017
-Mamá, ¿las vacas vuelan?
-¡Qué tontería!… ¡Claro que vuelan! ¿Por qué no iban a volar?
Y ahí fue cuando mi madre me contó la historia de mi abuelo. Yo era demasiado pequeña para recordarlo, pero según ella, nos llevaba al campo a ver las estrellas. Contaba que entre ellas volaba una vaca lechera, y nos mostraba el rastro que ella dejaba. ¿Por qué creéis que se llama vía láctea? solía preguntar. Nunca entendí a qué se refería exactamente, ni por qué hablaba también de Pegaso (si un caballo tiene alas, ¿por qué una vaca no podría tenerlas?).
Mi madre mantuvo el sueño vivo, y me enseñó a dejar volar mi imaginación. Me hizo creer en las ideas, e incluso a crearme las mías propias. Nunca puso límites a nuestras historias, nuestro pensamiento o nuestras aventuras. Me enseñó a cómo aprender a pensar.
A nosotros nos gusta pensar que todos los días son el día de la madre, del padre, del hermano, de la prima, de la novia, del amigo o del vecino… pero como el domingo da la casualidad que es el de la madre, esto es para todas ellas.
Y es que, tirando de tópicos, “madre no hay más que una”. Quién sino enseña a dar importancia a las cosas, o a decir “¡qué más da!” cuando no la tienen. Quién sonríe cuando todo se desmorona, o quién construye para que todos sonrían. Quién hace las mejores croquetas del mundo o quién come hasta las verduras más insospechadas solo para que tú te las comas también.
¡¿Quién más cree que las vacas pueden volar?!
*Ilustración (adaptada) de Claudia Tremblay.